1.2: La formación del docente como un profesional
autónomo y reflexivo.
El docente ante el discurso de las competencias.
Gran parte de la investigación y las propuestas docentes se centra
en la concepción funcionalista de la enseñanza eficaz. Desde esta perspectiva
se han abordado dos cuestiones: las características personales que hacen
competentes a los bueno o malos profesores y la delimitación de los métodos
eficaces de enseñanza.
En un esquema de racionalidad técnica se separa el pensar de
la puesta en práctica, y el maestro se convierte en un mero técnico, de acuerdo
con A. Baarriga(1993:69).
Por el contrario, la propuesta del práctico reflexivo se
sustenta en una racionalidad práctica, donde la formación de los
profesionales enfatiza la acción
práctica, mediante la comprensión plena de la situación profesional donde se
labora, la cual sólo puede alcanzase por la vía de procesos de liberación,
debate e interpretación. En este caso el profesor se convierte ya no en mero
operario técnico, sino en un profesional analítico-reflexivo que rescata su
autonomía intelectual.
Desde un enfoque constructivista, un proceso de formación
del profesional de la educación debe partir del pensamiento espontáneo del
profesor sobre la práctica misma de la docencia.
La interacción docente-alumno se manifiesta en la reflexión
de la acción recíproca.
La calidad del aprendizaje depende en gran medida de la
habilidad del docente para adaptar su demostración y su descripción a las
necesidades cambiantes del alumno.
Una importante crítica al currículo por competencias es que
en muchos casos se adopta una visión pragmática, reduccionista y técnica, que
al parecer es la que prevalece hoy en gran parte de los proyectos educativos y
cocurriculares, donde la competencia queda reducida al dominio de un “saber
hacer” procedimental muy puntual y de corte técnico, como una vía que sólo
permita definir registros de tareas o comportamientos discretos y fragmentado.
Se menciona el carácter situado de la competencia, ya que la
movilización de saberes ocurre y es pertinente en un contexto o situación
específica, por lo que se requiere echar mano de procesos complejos que implica
tomar decisiones, elaboración de juicios, adopción de puntos de vista,
clasificación de valores o perspectivas éticas para afrontar la situación y
para poder solucionar las problemáticas o tareas que enfrenta.
La competencia se concibe como una prescripción estricta, y
se restringe a “saber ejecutar”.
En el sentido amplio, la competencia se concibe como una
prescripción abierta que implica la capacidad de afrontar una situación
compleja, con la intervención de varios saberes.
Implica además una acción responsable y autorregulada,
consciente, ejecutada con todo conocimiento de causa, por lo que involucra el
saber ser.
Las competencias docentes pueden ser muy diversos tipos, no
existe una categorización consensuada.
El sentido que conlleva identificar competencias docentes,
va más alla de la construcción de un referencial, consiste en propiciar una
práctica reflexiva, significativa y situacional. Esta u otra clasificación de
competencias docentes puede ser útil si apoya los procesos de formación de los
docentes y les permite analizar su práctica, fijarse metas , entender y superar
desafíos que enfrentar.
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